Era rubia, de ojos claros y corta estatura.
Fue la primera médica cirujana ortopedista argentina y quizás también la más completa por su formación; la primera mujer ortopedista del país Jefa de un Servicio de la especialidad (1935), la primera profesora titular (1938) y luego profesora extraordinaria (1940). Fue, asimismo, la primera mujer presidenta de la Sociedad Argentina de Cirugía Ortopédica , además de fundadora de la hoy Asociación Argentina de Ortopedia y Traumatología.
Hizo honor a la definición del buen médico de Florencio Escardó: “tener la humildad de su saber y el orgullo de su misión”
Nació en Rusia, desde donde emigró a la Argentina en 1905. Cursó sus estudios de medicina en la Universidad de Buenos Aires, egresando con diploma de honor en 1917. Recibió el título de doctorado con su tesis Coup de chaleur posoperatorio”.
Publicó 130 trabajos de investigación.
Es probable que haya sido la primera mujer profesora de cirugía ortopédica del mundo, una especialidad tradicionalmente masculina dado que supuestamente exige gran fuerza física. Sara Satanowsky demostró que la técnica y no la fuerza es la auténtica llave.
Fue, al mismo tiempo, una insider y una outsider.
A pesar de su gran prestigio profesional y académico sufrió dolorosas discriminaciones por mujer y por judía . Muchos de sus colegas se referían a ella despectivamente como “la rusa”. El machismo y el antisemitismo reinantes en los círculos médicos eran impiadosos, pero su enorme fortaleza interna le permitió navegar con soltura entre esas arenas hostiles.
Tenía un carácter enérgico, emprendedor y tenaz. Era perseverante y laboriosa, de una puntualidad cronométrica, severa por lo rigurosa, accesible y generosa en la transmisión de su saber, y tan exigente para con los demás como para consigo misma.
Tenía muy claro que el trabajo con placer no fatiga Su consigna era trabajar, trabajar y trabajar. Podría haber dicho como Confucio: “transporta un puñado de tierra cada día y harás una montaña”. Pero Sara Satanowsky agregaba:“ no basta trabajar mucho, debemos pensar continuamente” .
Nunca utilizó ni impuso la última novedad si no se lo aconsejaba su sereno razonamiento y el íntimo tamiz de la experiencia personal. Siempre buscó obtener el máximo con el mínimo de agresión y fue una hábil cirujana ambidiestra, segura y rápida para resolver cualquier problema.
El lugar que ocuparon las primeras médicas argentinas era preferentemente la pediatría, la obstetricia o la ginecología. Es decir, volvían a la mujer y a los niños. La cirugía era un terreno vedado para las mujeres. Sara Satanowsky fue una insólita perla que logró brillar con magnífico esplendor. Cuando por excepción alguna vez se equivocaba, reconocía su error y lo corregía de inmediato : un acto de modestia que es una forma de sabiduría.
Simultáneamente con su exitosa carrera médica, militó activamente con las mujeres progresistas que lucharon no sólo contra las leyes discriminatorias sino también contra costumbres, tradiciones y prácticas retrógradas.
En los últimos años de su vida una afección articular crónica y una anemia irreductible la alejaron precozmente de su febril actividad diaria. El asesinato de su hermano Marcos señaló el comienzo de su reclusión, que sufrió en silencio hasta su última hora. El aliento de su figura maestra se apagó en 1971.